Cuando se compara con la mayoría de los colectivos que hemos investigado y con los que hemos conversado, tanto los presentes en este libro como muchos otros en el amplio campo del diseño, la escala es ciertamente una de las características definitorias de Hay Futura. Con aproximadamente 60 participantes activas en el momento en que se escribió este libro, Hay Futura representa una ruptura con el colectivo de diseño de tamaño más típico, de entre 4 y 10 personas, y ofrece valiosas ideas sobre el establecimiento de estructuras que aprovechan la escala a través de su potencial político, profesional, social y comunicativo.
Hay Futura es una colectiva de diseño interdisciplinaria e intergeneracional con sede en Argentina. Se unieron en septiembre de 2019, inicialmente como un grupo de WhatsApp que creció hasta 150 participantes, en un momento en que los derechos al aborto legal, libre y seguro en su país estaban en discusión activa y la necesidad de participación política era fuerte y evidente. Desde su creación, Hay Futura ha estado posicionada dentro de una dimensión política, con el objetivo de crear una red de reflexión y acción capaz de cuestionar y reimaginar el diseño desde una perspectiva de género, reflexionando sobre su experiencia como trabajadoras en esta disciplina.
Al adoptar el uso de la palabra «colectiva» en lugar de «colectivo» (y, por lo tanto, un uso claramente femenino de la palabra en español) para definirse a sí mismas, Hay Futura subraya continuamente su crítica a la cultura patriarcal que ha moldeado sus realidades a través de desigualdades, injusticias y violencia hacia las mujeres. Esta elección va más allá de una declaración lingüística, y afianza aún más a este grupo como parte del espacio sociopolítico constituido por el movimiento feminista latinoamericano ampliado.
Dejando de lado brevemente la cuestión de la escala, también es importante notar cómo Hay Futura, en su fundación, presenta claras similitudes tanto con el ejemplo de projektado que incluimos en el capítulo anterior, como con la mayoría de los colectivos de diseño que hemos explorado en nuestra investigación para este libro. Un aspecto fundamental recurrente de cohesión para muchos de estos colectivos se encuentra en la dependencia de valores y motivaciones que trascienden los límites estrictos de la disciplina, y en la implementación de una visión más amplia, transversal y politizada de la realidad. El diseño, por lo tanto, no es necesariamente una motivación primaria, sino que a menudo se percibe como un contexto en el que imaginar el cambio y/o como un medio a través del cual dicho cambio puede ser realizado, comunicado y discutido. El encuadre del diseño como un interés o enfoque no exclusivo, por lo tanto, ayuda a los colectivos a renovarse constantemente dentro de sus campos y a conservar un potencial radical y crítico en su desapego y no conformidad hacia las narrativas y prácticas predominantes del diseño. Para hacerlo de manera coherente, muchos colectivos, incluidos Hay Futura y, como hemos visto, projektado, establecen una serie de valores compartidos y acordados.
Para Hay Futura, su manifiesto, escrito de manera conjunta y horizontal, representa una presencia duradera en una práctica que se reevalúa y evoluciona continuamente, lo que les ayuda a guiar su enfoque mientras actúan colectivamente y refuerzan un sentido de unión que puede ser más difícil de mantener en grupos activos de mayor tamaño. En resumen, el manifiesto funciona como una base estable para una estructura dinámica y adaptable, proporcionando una flexibilidad organizativa que es particularmente importante para un grupo tan numeroso y diverso como Hay Futura.
Existen varias implicaciones asociadas a la decisión de mantener un grupo de esta escala, algunas más positivas que otras. A través de nuestro intercambio con Hay Futura, quedó claro que su tamaño no solo fue una consecuencia orgánica de su formación inicial, sino que sigue siendo una elección consciente. Su escala las establece como una masa crítica en su sector, aumentando su alcance a través de una red más amplia y dando mayor visibilidad a sus acciones tanto en contextos formales como informales. La relevancia política de los números se destaca de manera poderosa por una red capaz no sólo de abordar acciones de mayor complejidad y potencial impacto, sino que, en su diversidad, constituye un sistema resiliente y autosuficiente en el que diversos antecedentes culturales, sociales, políticos, personales y profesionales pueden proporcionar un mayor grado de conciencia, adaptabilidad y relevancia crítica a la colectiva.
Sin embargo, un colectivo de mayor escala inevitablemente va acompañado de una estructura más formalizada que otros colectivos más pequeños para mantenerse operativo y evitar la dispersión y la confusión. La tensión entre horizontalidad y organización está obviamente presente, pero en Hay Futura se enfrenta y aborda con conciencia y acción crítica. Así, aunque su estructura pueda parecer a primera vista similar a la de otras organizaciones no colectivas, se han tomado pasos concretos adicionales para evitar replicar los modelos jerárquicos más comunes. Esto no sólo se hace a través de los sistemas operativos en los que basan sus prácticas, sino también mediante una forma diferente de entender la colectiva, una que la posiciona como un proceso de diseño vivo, en continua construcción y cambio.
El estado de cambio permanente de Hay Futura es tanto un punto de preocupación para sus miembros, manifestándose a veces en sentimientos de incertidumbre e inestabilidad, como una medida de autorregulación continua para el bienestar y la horizontalidad duradera de la colectiva. Un ejemplo relevante que se nos dio sobre la aplicación de estos procesos está relacionado con la manera en que la colectiva se ha compuesto y recompuesto a lo largo del tiempo. A menos de un año después de su fundación, Hay Futura tomó la decisión de abrir sus puertas a nuevas integrantes durante un periodo de dos meses, creando intencionadamente la comisión Bienvenida para guiar este esfuerzo y ayudar con la incorporación de quienes se unían a la colectiva. Durante este periodo relativamente corto, el grupo creció considerablemente en número, con solicitudes iniciadas mediante invitaciones por integrantes activas, en un esfuerzo por mantener un sentido de confianza dentro de sus espacios compartidos. En esa etapa, las nuevas integrantes no tenían la obligación de asumir ninguna responsabilidad en particular y fueron aceptadas en función de su alineación con los principios fundacionales de Hay Futura.
Tras este periodo de afluencia sustancial, la colectiva sufrió una fuga sensible de información personal a través de sus canales de comunicación interna, lo que obligó a revisar tanto su estructura como sus formas de participación. Hay Futura logró reconstruirse a través de métodos simples pero efectivos, que incluyeron hacer obligatoria la participación de cada integrante en al menos una comisión, una transición que resultó en la reducción del tamaño del grupo, pero también en la creación de vínculos más estrechos entre quienes permanecieron involucradas. A través de la exploración activa de formas para establecer la participación basada en el interés y la disponibilidad flexible, Hay Futura sigue trabajando para escapar de los modos de participación más comerciales habituales dentro de los sistemas capitalistas, y ha logrado mantener un ambiente coherente con sus valores y variable en sus dinámicas.
Hay Futura está actualmente conformada por una serie de grupos de trabajo transversales o «comisiones», generalmente de 6 a 12 participantes, que se establecen en función de diferentes necesidades, proyectos, tareas o temas. Las comisiones son espacios dinámicos de interacción, abiertos a la participación de cualquier integrante de la colectiva que exprese interés o deseo de unirse a ellas, y en los cuales los roles pueden intercambiarse o reconfigurarse según la trayectoria que tome la comisión o la duración de la misma. Cada participante puede formar parte de varias comisiones a la vez, y ningún rol es obligatorio ni permanente, formándose o disolviéndose comisiones según las necesidades de la colectiva y los proyectos en los que esté involucrada en un momento dado. Este modelo basado en comisiones ofrece la oportunidad de proporcionar un espacio activo de participación a todas las integrantes simultáneamente, sin imponer limitaciones restrictivas en la distribución de tareas, que tiende a ocurrir de manera orgánica dentro de las comisiones, dependiendo de la disponibilidad, motivación o interés de cada persona.
Dentro de esta estructura, las comisiones se comunican entre sí a través de sesiones plenarias que involucran la participación extendida de todas las comisiones y que forman un espacio abierto recurrente para discusiones de carácter más general, resolución de conflictos y toma de decisiones sobre cuestiones de interés colectivo.
La colectiva trabaja tanto en proyectos iniciados internamente como en propuestas externas de diversa duración y alcance, cada una caracterizada por sus propias dinámicas y enfoques. Las ideas y oportunidades se discuten inicialmente dentro de la colectiva y se evalúan en función del interés y la disponibilidad. Si se decide continuar con un proyecto, se crea un nuevo grupo o comisión, junto con canales de comunicación específicos, para que las participantes puedan comenzar a trabajar en una escala más pequeña, dentro del grupo de trabajo, y distribuir tareas de manera orgánica, organizarse, discutir y diseñar. Se lleva un registro completo de cada proyecto mediante la grabación de reuniones, la toma de notas y el uso de plataformas y documentos compartidos para permitir que cualquier integrante de la colectiva se mantenga informada e involucrada en el proceso, o para acceder al material más tarde como referencia. Los proyectos también pueden requerir grupos de apoyo, compuestos por integrantes que no estén involucradas en el desarrollo directo del proyecto debido a disponibilidad o interés, pero que puedan ayudar, por ejemplo, con la revisión de material escrito o la comunicación necesaria con terceros.
Aunque ahora hay más estructura que al principio, Hay Futura da prioridad al aspecto horizontal de las prácticas colectivas, y por lo tanto cualquier forma de trabajo que entre en conflicto con la habilitación de una participación motivada y activa es reconsiderada y ajustada, rediseñando y revisando activamente su sistema en un proceso formativo de aprender haciendo. Esto también se apoya en su enfoque discursivo para la toma de decisiones, que llevan a cabo mediante procesos complejos e inclusivos de construcción de consensos. Para preservar sus resultados como compartidos y asumidos colectivamente, generalmente se evita la votación, y en su lugar se crea un espacio para que todas las voces sean escuchadas por igual, limitando la formación de minorías subrepresentadas, típicamente inevitables en los procesos de votación que aíslan a quienes votan de manera diferente a la mayoría. Dentro de Hay Futura, la oposición de una sola integrante a una decisión colectiva es suficiente para justificar la reevaluación de dicha decisión, lo que hace que su sistema sea ciertamente más inclusivo pero también más lento, y establece un ritmo alternativo en las prácticas que deben ser entendidas tanto en sus beneficios como en sus complicaciones por las integrantes de la colectiva y aquellos con quienes interactúa.
Uno de los aspectos interesantes de este enfoque de construcción de consensos, especialmente con 60 integrantes activas, es la clara visibilización y aceptación del conflicto como una parte natural del ser colectivo. La adopción y el aprovechamiento de la escala y la diversidad y los grandes beneficios que pueden ofrecer, conlleva la integración de asimetrías y diferencias a lo largo del proceso colectivo, la transformación activa del conflicto en conversaciones, y de las conversaciones en formas compartidas de hacer.
La generosa inversión de tiempo y esfuerzo necesaria para que este sistema exista y funcione es un reflejo de los valores que caracterizan esta forma de intercambio colectivo y del entendimiento que las participantes tienen de él. Como sucede con la mayoría de los colectivos de diseño que hemos investigado, las integrantes de Hay Futura no esperan obtener ninguna ganancia económica por su participación en la colectiva, sino que valoran lo que significa ser parte de una red desde un punto de vista político, social, emocional, intelectual, profesional y cultural. Sin embargo, la adopción de sistemas que cuestionan activamente aquellos que son la norma en las sociedades capitalistas contemporáneas puede complicar cómo se perciben y reconocen estos enfoques alternativos por parte de quienes están fuera de ellos, lo que a menudo da lugar a preguntas sobre si esta actividad constituye una profesión, activismo, militancia, trabajo voluntario o un pasatiempo.
La necesidad de comunicar de manera más precisa y formal el alcance de la acción colectiva se ve a menudo obstaculizada por sistemas legales que no apoyan adecuadamente a los colectivos como entidades formales, lo que puede empujarlos a cambiar su estructura por motivos burocráticos, comprometiendo así sus ideales, o a abandonar la búsqueda de la oficialización legal de su práctica. Esto no sería un problema en sí mismo si solo influyera en la imagen de un colectivo, ya que los colectivos de diseño tienden a preferir mantener cierta distancia de la institucionalidad de todas formas, pero se vuelve más perjudicial cuando formas de intercambio, financiamiento, colaboración, producción, planificación y comunicación resultan inaccesibles para grupos que carecen de una entidad legal formalizada. La propia Hay Futura ha estado luchando con este proceso, lo que ha generado tensiones internas, pero también oportunidades para reafirmarlas en fuerzas críticas. La incompatibilidad entre los sistemas no jerárquicos y sus contextos legales es un problema que aún están tratando de resolver, pero que estamos convencidos dará lugar a propuestas de naturaleza profundamente política.
En este momento, Hay Futura tiene diversas maneras de presentarse ante los demás, y su enfoque hacia la autoría ha evolucionado, inicialmente favoreciendo la firma colectiva sobre la individual. Ahora, Hay Futura decide caso por caso cómo comunicar quién es responsable de sus acciones colectivas, con el objetivo de apoyar el crecimiento profesional de sus integrantes, pero también mantener y fortalecer de manera cohesionada la visión de la colectiva. Las contribuciones a publicaciones y trabajos editoriales se muestran junto a una lista completa de las integrantes de la colectiva, destacando los nombres de aquellas que llevaron la acción adelante. En el caso de conferencias públicas, se nombra a las voceras junto con una descripción de la colectiva, y cuando la autoría a través de una voz colectiva apoya mejor sus motivaciones, se adopta ese enfoque.
En general, al rechazar la relación que el capitalismo ha creado entre el tiempo y la acción, Hay Futura ofrece un gran ejemplo de cómo una conciencia diferente del tiempo y del ritmo puede cambiar drásticamente las relaciones que creamos entre nosotros y nuestras prácticas. A través de su escala y alcance, han confirmado al feminismo como un vehículo para promover la diversidad y la inclusión, capaz de dar respuestas diferentes a las preguntas habituales y no resueltas, y movilizar grandes grupos de profesionales en esfuerzos compartidos y coordinados.